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Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. Junto a sus padres, Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal, vivió hasta los cuatro años en un fundo de Casablanca. Luego de la muerte de su padre, junto a su familia se trasladó a Santiago en 1905, viviendo de “allegados” en casa de unos parientes. Esta experiencia hizo que el futuro Santo tuviera un primer contacto directo con la pobreza.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio San Ignacio, en Santiago. En ese establecimiento tuvo como guía espiritual al sacerdote Fernando Vives, quien lo motivó en la vida religiosa y el servicio social. Además, trabajó en el Diario Ilustrado, periódico de tendencia católica conservadora. Luego de sus estudios de Humanidades, ingresó a la carrera de Derecho en la Universidad Católica, donde realizó labores apostólicas en servicio de los más pobres. En 1923 se recibió como abogado.
Ingresó a la Compañía de Jesús el 29 de agosto de 1923 en Chillán. Durante su extensa formación religiosa de 11 años, Alberto Hurtado estudió en Argentina, en Barcelona y terminó sus estudios en Lovaina (Bélgica).  A la edad de 32 años, el 24 de agosto de 1833, fue ordenado sacerdote en Bélgica.
Por sus estudios de pedagogía en Europa, en 1934 el Ministerio de Educación chileno lo nombró comisionado en Bélgica y Alemania, para continuar con sus estudios pedagógicos. Recibió el grado de Doctor en Pedagogía el 10 de octubre de 1935.
Regresó a Chile en 1936 e inmediatamente comenzó su labor pastoral en el ámbito de la educación. Fue profesor del Colegio San Ignacio, del Seminario Pontificio y de la Universidad Católica, demostrando una gran sintonía con los jóvenes chilenos. Además se dedicó a dictar conferencias y retiros espirituales.
Fue nombrado asesor de la Acción Católica en 1941, cargo desde el que se dedicó a invitar a los jóvenes a conocer el mensaje de Jesucristo. Recorriendo gran parte del territorio nacional, fue un motivador de varias vocaciones sacerdotales de jóvenes chilenos. Uno de los objetivos que se planteó el Padre Hurtado en la Acción Católica, fue invitar a los jóvenes a trabajar concretamente por mejorar las condiciones de la sociedad.
En noviembre de 1944, renunció a su labor en la Acción Católica, debido a las diferencias que tuvo con el asesor nacional y obispo auxiliar de Santiago, Monseñor Augusto Salinas. Los problemas surgieron porque se consideró que Hurtado tenía ideas muy avanzadas en relación a la formación social de los jóvenes.
El Padre Hurtado tuvo una sensibilidad especial ante el sufrimiento de los más pobres. El 16 de octubre de 1944, realizó un retiro a un grupo de señoras, en el que les habló crudamente de la realidad de los más desposeídos. Su apasionado discurso conmovió a las mujeres, quienes realizaron importantes donaciones, entre ellas un terreno. Éste fue el origen del Hogar de Cristo, su más importante obra.
La primera piedra del Hogar de Cristo se puso el 21 de diciembre de 1944, en el terreno donado por la familia Cobarrubias Valdés. Esta institución se planteó como objetivo acoger a los mendigos de manera cariñosa, como si fueran el mismo Cristo. En su legendaria camioneta verde, el Padre Hurtado se dedicó a buscar niños y jóvenes que vivían en la calle y bajo los puentes del río Mapocho, invitándolos a que lo acompañen al Hogar de Cristo.
Alberto Hurtado tuvo una trascendente participación en la organización del mundo obrero. En 1947 fundó la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH), organización que en 1950 fue reconocida por la conferencia episcopal. En la ASICH se ve de manera concreta su frase: “La caridad comienza donde termina la justicia”.
En 1951 fundó la Revista Mensaje, con el fin de transmitir el mensaje social cristiano a un grupo más amplio de la población, incluyendo a profesionales, intelectuales y jóvenes. Alberto Hurtado fue el primer director de la revista. Un año después de la fundación de Mensaje, el cuerpo de Alberto Hurtado comenzó a hacer cada vez más evidente el cáncer al páncreas que lo aquejaba. El 19 de mayo de 1952 celebró su última misa. El Padre Hurtado falleció el 18 de agosto de 1952.

El 23 de octubre de 2005, en la Plaza San Pedro, de la ciudad del Vaticano,  Alberto Hurtado fue canonizado en una ceremonia a la que asistieron miles de chilenos. De esta manera, se convirtió en el segundo Santo chileno, junto a Teresa de Los Andes que había sido canonizada años antes. 

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