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Básicamente los mocos son verdes porque son el resultado de una lucha entre unos microbios malos y las células del cuerpo que los convierten en una porquería verdosa.

Los mocos están compuestos de una sustancia pegajosa que fabrica la nariz y que atrapa y elimina las bacterias nocivas. Estos microbios dañinos intentan entrar por la nariz cuando respiramos, y los mocos impiden que desciendan por la garganta y penetren en los pulmones. Además, el moco contiene células fabricadas por el cuerpo que combaten y destruyen los microbios, y eso hace que adquieran un color verdoso. Estornudar y sonarse la nariz ayudan a deshacernos de ellos.
Esas células corporales forman parte de un sistema de defensa increíblemente complejo del organismo, y fabrican unas proteínas especiales denominadas lisozimas, que les permiten matar, engullir y digerir las bacterias – de una forma similar al ácido del estómago. Por esa razón estas células se llaman fagocitos, que en latín significa <células devoradoras> (un nombre que los biólogos emplean para darse importancia y hacerse los inteligente). Y es una de esas proteínas antibacterias la que tiene color verde.
La proteína contiene una forma de hierro que refleja la luz verde y absorbe todos los demás colores. Casualmente, el wasabi, un tipo de rábano picante que se come con el sushi japonés, contiene una proteína similar que también da un color verde. Pensemos en ello la próxima vez que comamos un rábano. O el que se atreva con un moco seco.
Una vez que sale de la nariz, el lugar caliente y húmedo donde se creó, el moco comienza a secarse a medida que el agua que contiene se evapora en el aire. Cuando eso sucede, los fogocitos mueren, las proteínas verdosas se degradan y el color verde desaparece.
Después, las bacterias que hay en el aire caen sobre el moco y comienzan a devorarlo (quien no malgasta no pasa necesidades, como dice siempre mi madre). Mastican todos los trocitos de fagocitos, bacterias muertas y células de la piel que encuentran en el moco, hasta que solo queda una masa seca y parduzca de restos de proteínas que también acaban devorando.

Los diez mejores lugares para pegar un moco
1 Debajo de una mesa
2 Debajo de tu silla
3 Debajo de tu lengua
4 En la pared
5 En un amigo
6 En el lapicero de alguien
7 En el almuerzo de alguien
8 Detrás de un volante
9 Detrás de tu cabeza
10 En tu nariz de nuevo

(Murphy, 2007)

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